domingo, 25 de marzo de 2007

Prostitución Escrita


Como un gigantesco tianguis, las letras del aviso clasificado invitan a los lectores a comprar cualquier cosa imaginable: desde una mesa de billar, hasta una jarana huasteca. Se venden también mariscos, mascotas, sierras eléctricas; y para satisfacer a más de un sentido: se ofrece carne humana, masculina, femenina, joven, vieja. Se comercia con los placeres sexuales.
En cada edición, El Universal, periódico de circulación nacional, imprime más de 6 mil anuncios. De estos, más de 300 son publicidad de hombres y mujeres que ofertan su cuerpo y sus caricias al público en general.
Se anuncian en formas extravagantes, estrafalarias: «UNIVERSITARIAS FOGOSAS, DESEOSAS DE SER TUYAS, SIN PRISAS, HOTEL O DOMICILIO, 04455++++++++». Algunas son más descriptivas: «SEÑORA CON EXPERIENCIA, MADURITA, PIERNONA, CADERONCITA, HAGO CUALQUIER COSA QUE ME PIDAS» otras expresan sus servicios exóticos: «CASSANDRA Y SHERLYN, SHOW LESBIAN, PARA HOMBRES Y MUJERES, HAGAMOS UN TRÍO, SATISFACEMOS CUALQUIER DESEO, $400 DOS HORAS, SÓLO HOTEL».
El mundo cibernético ya penetró las redes de la prostitución escrita, Perlita anuncia su propia página web, en ella aparece una advertencia: «Prohibido el acceso a menores de 18 años». Arriba de esta leyenda, Perlita pone una fotografía donde aparece de espaldas mirando a una ventana, viste sólo una tanga y sus brazos imitan a los de una estatuilla hindú.
El número de su celular está ahí, su voz a través de la bocina telefónica suena un tanto burocrática: «mira, lo más barato son 1500 pesos y te incluye dos horas con todas las relaciones que quieras, 2000 pesos si quieres sexo anal, 2500 toda una noche y 200 pesos cada fantasía, o lo que tú me pongas a hacer»
¿Y qué puedes hacer? «Lo que me pidas, puedo vestirme de enfermera, de policía, de colegiala. Eso si, no practicó sexo oral, todo menos eso». ¿Y qué has hecho? «¿Es entrevista o qué? He hecho muchas cosas, desde contar chistes hasta besar a las esposas de mis clientes».
Perla se oye enfadada, «mira, si me necesitas tienes mi número; ya viste mis fotos en internet, ya te dije cuanto cuesta. Ya me voy, a las once tengo un servicio». El tono telefónico expresa el fin de la llamada. Perlita va a trabajar.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prostitución es «la actividad en la que alguien intercambia servicios sexuales a cambio de dinero o cualquier otro bien». En este oficio se ven involucrados los «padrotes» o administradores de sexo servidoras, clientes y dueños de tugurios como bares o mens clubs donde se practica el table – dance o el strip-tease. Así como policías, autoridades de gobierno y hasta los familiares de las trabajadoras sexuales.
Las instituciones de salud pública les ofrecen chequeos mensuales para prevenir enfermedades de transmisión sexual, entre ellas el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). También se les dan pláticas sobre el uso de métodos anticonceptivos y pueden acudir a consultas de asistencia psicológica.
En su página electrónica, la OMS, afirma que los riesgos son enormes, «existen muchas mujeres que desconocen totalmente los riesgos de contraer una enfermedad venérea y de no controlar su vida sexual».
Indiferente a estas cuestiones, Sandra anuncia cien pesos más a su tarifa por el placer de un coito al natural: sin condón. No sabe quién comprará este servicio especial, no imagina qué podrá pasar después de haber sumado cien pesos a la cuenta diaria.
Las principales causas por las que una fémina entra al mundo de la prostitución son diversas. El núcleo familiar es muy importante, el nivel económico, educativo, la sumisión, etc.
La mayoría de las prostitutas han sido forzadas a ejercer el oficio. Son dominadas por oportunistas que las insultan y golpean, las amenazan para que sigan trabajando con ellos y son explotadas vilmente. Por unas monedas exponen su vida y renuncian a su dignidad como mujeres.
El tema del comercio carnal connota varias lecturas. Desde aquellos que reprimen este oficio de manera inquisitorial, hasta los que creen que la prostitución es un mal necesario para las sociedades.
En su libro Hace un mes que no baila el muñeco, Ignacio Trejo Fuentes cita al oficio más antiguo de la humanidad como una válvula de escape para que los hombres no se vuelvan locos. Critica duramente a las dobles conciencias y pone en duda a la fidelidad marital. Jaime Sabines las bendice en un poema y Gabriel García Marqués las recuerda nostálgicamente.
Es curioso que no exista sociedad alguna en el mundo donde la literatura, las pláticas vecinales o los murmullos públicos no hablen de meretricio. Nunca se ha hablado de que en tal época u organización social el comercio de placer es inexistente
La prostitución ha estado, allí esta, y allá estará… en el futuro, por los siglos de los siglos. En la calle, en el internet, en los anuncios clasificados.

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